miércoles, 9 de julio de 2008

Mathew MacLoren me hace sentir maravillado y estupido a la vez. Maravillado porque él es un tipo intelectualmente superior, y estupido por lo mismo. A penas puedo seguirle el paso cuando comienza a citar cosas o a explayarse en algo de manera exhaustiva. Jacques Lacan debe ser su vecino y seguramente toma té – Mathew, a diferencia de la mayoría de los intelectuales que beben café, prefiere las infusiones con bergamota- con Schopenhauer, de lo contrario no logro explicarme la familiaridad que guarda con sus conocimientos. Del alemán para allá. Yo solo hablo francés, y no me sirve de mucho porque aprendí para leer poesía y el lee filosofía. De cualquier modo nos llevamos bien, y hace poco descubrimos que podíamos reírnos sin tener que pensar.

- Te llamé porque quería verte
- ¿Así sin más?
- Así sin más.

Es mentira. Seguramente quiere dejar su conciencia tranquila sabiendo que estoy bien, por lo que ese "así sin más" si tiene un objetivo. Que cierto es eso de que ningún acto de habla es inocente. No me vengan con cuentos, nadie lo es. Sea como sea, algo dentro de él se preocupó por mi (o por el yo/él, mi parte mía en su interior) y supongo que de eso se trata la amistad.

Ambos sabemos que de cualquier modo se puede hacer bien poco por quien sea. Así que al principio ambos evadimos la razón de porqué juntarse (intentar que el otro esté bien, y por ende uno mismo) abulia pura si se mira desde afuera, refugio y tregua si es que estás adentro.

- ... En fin ¿Qué harás?
- No sé Mathew... Supongo que vivir.
- Igual de cobarde que todos los que estamos aquí...aunque al menos tú ahora lo elijes, no como cuando simplemente nacemos. Ahí nadie nos pregunta.

Mathew MacLoren es un defensor radical de los suicidas. Considera que, cuando no se trata de un suicidio infantil, el suicida alcanza un enorme grado de lucidez y valentía que le permite concretar sus actos. Postula que uno no se suicida porque tiene la estupida esperanza de que las cosas cambien para mejor. Dice que el suicida es el único que se da cuenta de la quimera del positivismo de forma plena y que por ende se auto-elimina. Él se declara cobarde. Yo creo el suicida no necesariamente tiene que matarse para tomar una opción frente a la vida. Es demasiado vanguardista para mi ¿El homenaje a la tradición es negarla?

Ambos hemos pensado en matarnos, pero ¿Qué pasaría si eso genera más conflictos de los que ya existen? No nos consideramos unas estrellas de rock, pero nuestra muerte si causaría un poco de desazón entre los cercanos, incluso podría motivar más suicidios, y nosotros no somos asesinos, somos suicidas. Ni eso. Supongo que nos gusta mirar el borde del barranco igual que como un niño enciende una cerilla imaginando que es una antorcha.

Mathew paga. Me había advertido que lo haría con antelación, así que no me sorprende. De cualquier modo yo no habría podido pagar, pero al menos habría fingido la insistencia de hacerlo. Si accedía –cosa que dudo- fingiría haber dejado el dinero en casa, y pedido disculpas por el caso. De cualquier modo el conoce mi secreto: sabe que no tengo dinero, así que paga a la brevedad. Sabe también que la próxima vez lo invitaré yo.

1 comentario:

MyM dijo...

de tanto reconocerme ya no me reconozco joaquín! pero supongo que sí, que a uno mismo lo atrapan las palabras. cada vez me siento peor: no puedo seguirte el paso con esto, pero trato igual. aprovecho de enviar una botella fuera de un mensaje antes que tenga que recluirme por culpa de los luteranos y reyes europeos peléandose con molineros friulanos...