martes, 29 de julio de 2008

Sueño. Estoy seguro de eso, porque los lugares a los que accedo son totalmente incoherentes. ¿Por qué al abrir la puerta de la cocina llego a un hotel mexicano?

Que lastima que este sueño se pierda para siempre, ya que jamás podré transmitirlo a cabalidad. Tampoco haré el intento. Me gustaría poder extirparme mis visiones nocturnas e implantárselas a alguien en la cabeza. Me gustaría que alguien soportara todo lo siento cuando duermo. Que tenga las mismas ensoñaciones, vea los mismos matices. ¿Cómo sería para esa persona levantarse un día y haber soñado el sueño de otro? Sería algo así como que le hubieran puesto un marcapasos o un pulmón nuevo. Ese alguien se levantaría y caminaría sabiendo que el que durmió fue otro, que no ha descansado, que aún no sueña, porque de eso se encarga la parte de un desconocido dentro de él, un desconocido escondido en alguna parte el mundo, tumbado en una cama o ebrio en una esquina.

Bajo una escalera pero tengo la sensación de ir subiendo. Son sensaciones muy diferentes ¿Alguien lo había notado? Curiosamente yo siento más peso cuando bajo que cuando subo.

Me enfrento a un error en el plano del sueño. Como veo imágenes, a veces se generan incongruencias en cuanto a la dimensionalidad. Es una de las cosas que me gusta de soñar, la realidad de la imagen es menos implacable que cuando estoy lúcido. Además todo tiene una perspectiva más dinámica.

Me siento despersonalizado.

Hay un carnaval. Mafia. Dragones chinos de cabezas grandes, parecen cuncunas. Mi sueño se cierra sobre mi rostro y gira a mí alrededor. Bailo a mí alrededor, parece una ronda. Soy una especie de cámara. Llueve. Llueve.

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