sábado, 12 de julio de 2008

Suavemente, acariciando ese blanco impasible. Recto, despacio... despacio... El roce empieza a convertirse en un rasguño. Un trazo largo. Giro. Líneas que hablan de un horizonte tan inmenso, tan eterno, que no vale la pena intentar llenarlo. Siempre empiezo por lo protagónico, porque el desafío real se esconde en ese punto de fuga invisible, en ese lugar tan lejano, que el alma descansa cuando la mirada quiere alcanzarlo. El fondo podría comerse todas las montañas y océanos del mundo y seguiría ávido de carbón y tinta, hambriento, inclemente. Insisto, no vale la pena intentar aplacar una codicia de imágenes, paisajes y realidad tan grande como esa.

Una danza breve. Un ángulo recto. Se escapan puntas y redondeces. Cabello, fino como el murmullo de un río, y detallado como la corteza de un árbol. Es una mujer, siempre es una mujer.

Suelo ser muy meticuloso para dibujar. Lo hago para completar la realidad, para escapar del tiempo. Las imágenes, mis dibujos, quedan encapsulados es como si una pequeña parte mía se negara a envejecer.

Hace tiempo que no tomaba un lápiz y realizaba un par de trazos. Ya no soy tan paciente ni ambicioso como antes, y el papel se queja de la falta de practica. En la hoja, los borrones parecen golpes violáceos que evidencian la batalla librada para arrancar las figuras desde mi cabeza, ahora acunadas en una croquera perezosa.

- Será para Nina

Mefistófeles me mira desde la cama. Casi puedo escuchar sus pensamientos: "hablas solo de nuevo". Contesto telepáticamente y vuelve a acostarse. Me cuesta trabajo llevarme bien con la gente. Cuando realmente quiero hacerlo, Dios sabe que me cuesta, y eso que no soy creyente, pero al menos con él -Mefistófeles, no Dios- hemos logrado una comunicación optima y sensata. Con él y con Nina.

1 comentario:

Rayenco dijo...

Hola, curioseando llegué aquí me agradan mucho tus escritos, la pasión con la que escribes cruza mi pantalla..
Por falta de tiempo me limito a este comentario...
Saludos