Salimos de la sala y Rita parece contenta. Eso siempre me preocupa, porque ello significa una de dos: que yo soy un grave y un amargado, incapaz de estar feliz porque sí (lo que haría mi existencia mucho más fácil) o que ella es una loca bipolar con severos trastornos de personalidad.
- Si quieres puedo mecanografiar tu novela. Al menos así sabré de qué se trata.
- Ya te dije que no se trata de nada, Rita.
El destino busca volver a la normalidad, no obstante ocurre algo inesperado. Rita me coge del brazo y me besa en la mejilla.
- No seas mentiroso, Juan. Siempre se trata de algo.
- Como tu digas.
Caminamos rumbo a mi casa. Le pasaré los manuscritos. Me cercioro mentalmente de que en la ruta no haya ningún café. No vaya a ser que le den ganas de entrar.
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