lunes, 21 de julio de 2008

Claus se ve algo triste. Me meto la mano en el bolsillo y le ofrezco un cigarro. Lo acepta sin darse cuenta. Tiene el ceño fruncido –un gusto compartido- y permanece en silencio pensando. No está enojado, solo no entiende.

- Porqué… porqué, si éramos eternos.

El problema es que todos lo éramos. No le digo nada ¿Qué podrías decirle? Yo también he amado. Piensa. Veo como lo atormentan los recuerdos. Llora y se siente

Solo


¿Solo?









Solo







No importa que yo esté aquí. De todos modos me quedo con él, aunque no sirva de nada para combatir su angustia. La verdad casi podría considerarse una descortesía el que uno intenta hacerle compañía a alguien y ese alguien esté tan ensimismado como para ignorarte con tal de seguir en su soledad. Sea como sea, se lo perdono, porque es mi mejor amigo. Por otro lado, somos dos soledades que se acompañan.

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