sábado, 23 de agosto de 2008

Ahora sé que esas plazas que aparecieron silenciosas, esa minuciosidad en el trato de lo silvestre, no correspondían a un esfuerzo gremial entre las casas, sino al de una sola. De la chimenea de esta casa, que era la última de la calle o la primera si es que vienes desde el bosque, emergía constantemente humo ahora apenas perceptible contra el tupido cielo.

- Hola esperanza.

La vieja levanta la mirada. Siempre tiene la puerta abierta, pero eso no constituye de ninguna manera una invitación. Este aparente descuido es la evidencia más clara de su cercanía con la soledad absoluta. Nadie vive en este pueblo durante el invierno. Nadie salvo ella y un par de pescadores que a esta hora están durmiendo para tener energías durante la pesca de la noche, y que jamás suben a este lado del villorrio.

jueves, 31 de julio de 2008

El pueblo donde esta mi casa, herencia de mis abuelos maternos, es un conjunto de casas pequeñas y de muchos colores. Lo policromático del barrio parece estar en guerra contra un cielo gris que arremete contra oxidados techos de zinc sin compasión.

Las casas de este sector permanecen la mayor parte del tiempo solas. Cuando era pequeño, imaginaba que eran las casas mismas las que se encargaban de hacer las rusticas mejoras del sector. Las veía reuniéndose y plantando árboles, o alisando el camino de tierra después de una tormenta como esta. Las imaginaba construyendo la escalera que baja a la playa, o adornando con flores silvestres, metódicamente dispuestas, el mirador natural que surgía de una vuelta en el camino.

Eran rechonchas mujeres de piedra con delantales de colores, echando humo no por cocinas encendidas sino debido al esfuerzo que les significaba remover sus cimientos. Mucho tiempo mi mente infantil pensó que esas moles vacías estarían dispuestas a moverse y embellecer esa parte del balneario, a fin de cautivar a sus habitantes y no estar condenadas al olvido.

Cojo un paraguas. Me detengo. La inmovilidad me hace cambiar de opinión y dejo el paraguas. El silencio de la casa en contrapunto con el estrépito de la tormenta me aclara que estoy cometiendo un error al salir solo con mi impermeable negro. Siempre he sido un tipo obstinado.

Abro la puerta, enciendo un cigarro y salgo de la casa. Fumar con lluvia tiene toda una técnica. No hay nada peor que el tabaco mojado.

Las nubes.

-“No escupas al cielo Juan José, puede caerte en la cara.”

Debería haber escuchado a Rita cuando me lo advirtió.

Anoche la tormenta fue intensa y hoy no da señales de aminorar. Estoy deprimido. A pesar de la marcada predilección que tengo por la lluvia en relación al sol, me decepciona no tener que quejarme contra un sol abrasante. Supongo que se debe a que uno siempre quiero algo distinto, algo más. ¿Quién puede culparme por eso?

martes, 29 de julio de 2008

Cresta. El piso está completamente mojado. La ventana se golpea, como si quisiera hablarme de la soledad de la casa… de la soledad y la necesidad urgente de ser cerrada, porque la lluvia es demasiado intensa. Me levanto aún algo aturdido. Ya está. Son las 11 pm.

La tetera comienza a silbar. Abro el tarro de café y muelo los terrones. La humedad de este lugar hace lo mismo con el azúcar. Me siento solo y comienzo a dudar de las ventajas de este viaje. Lo único bueno es que he escrito mucho sobre mi, osea… ya… se entiende. Sino, mala suerte, no tengo ganas de pensar... más. No quiero más jueguitos de “él está allá y yo sé que está porque soy yo, entonces yo no soy él, porque soy el escritor, y yo…” etc, etc... No tengo ánimos de explicar nada, aunque el editor me lo exigirá, estoy seguro. “deberás ahondar en el carácter despersonalizado del personaje” me dirá, escondido detrás de sus gafas. Sí, lo imagino con gafas.

¿Cómo le estará hiendo a Claus con la mudanza? ¿Y a Nina con su trabajo? ¿Se acordará de mi tanto como yo la recuerdo a ella? Seguro que no, porque está ocupada. Nina es más hombre que yo en ese sentido. Si se focaliza, parece un caballo de carrera.

¿Mefistófeles habrá vuelta a casa?

Sueño. Estoy seguro de eso, porque los lugares a los que accedo son totalmente incoherentes. ¿Por qué al abrir la puerta de la cocina llego a un hotel mexicano?

Que lastima que este sueño se pierda para siempre, ya que jamás podré transmitirlo a cabalidad. Tampoco haré el intento. Me gustaría poder extirparme mis visiones nocturnas e implantárselas a alguien en la cabeza. Me gustaría que alguien soportara todo lo siento cuando duermo. Que tenga las mismas ensoñaciones, vea los mismos matices. ¿Cómo sería para esa persona levantarse un día y haber soñado el sueño de otro? Sería algo así como que le hubieran puesto un marcapasos o un pulmón nuevo. Ese alguien se levantaría y caminaría sabiendo que el que durmió fue otro, que no ha descansado, que aún no sueña, porque de eso se encarga la parte de un desconocido dentro de él, un desconocido escondido en alguna parte el mundo, tumbado en una cama o ebrio en una esquina.

Bajo una escalera pero tengo la sensación de ir subiendo. Son sensaciones muy diferentes ¿Alguien lo había notado? Curiosamente yo siento más peso cuando bajo que cuando subo.

Me enfrento a un error en el plano del sueño. Como veo imágenes, a veces se generan incongruencias en cuanto a la dimensionalidad. Es una de las cosas que me gusta de soñar, la realidad de la imagen es menos implacable que cuando estoy lúcido. Además todo tiene una perspectiva más dinámica.

Me siento despersonalizado.

Hay un carnaval. Mafia. Dragones chinos de cabezas grandes, parecen cuncunas. Mi sueño se cierra sobre mi rostro y gira a mí alrededor. Bailo a mí alrededor, parece una ronda. Soy una especie de cámara. Llueve. Llueve.

lunes, 21 de julio de 2008

Claus se quedará en el departamento mientras yo me ausente. Dijo que hasta podía encargarse de recibir las cosas de la mudanza. Confío en él, y además es diseñador, así que sabrá hacer algo con mis muebles. Le di licencia para botar lo que quisiera. Espero que a mi regreso aún quede mobiliario.

-Deberías descansar, Juan José ¿Porqué no te vas de viaje?

Acepté su consejo y ahora estoy en un bus rumbo a mi casa en la playa. Partí sin despedirme de Mefistófeles porque el seguía enojado conmigo y aún no regresa. A veces me preocupa que ese gato sea tan temperamental, sobretodo porque dicen que las mascotas se parecen a sus dueños.

Abro las ventanas y barro un rato. Aunque no venía hace tiempo, la casa está más limpia de lo que esperaba. Imaginaba que me encontraría un sol radiante y un clima templado, pero el cielo está nublado y hace frío. Lloverá. Me tiendo un rato y me quedo dormido.