sábado, 23 de agosto de 2008

Ahora sé que esas plazas que aparecieron silenciosas, esa minuciosidad en el trato de lo silvestre, no correspondían a un esfuerzo gremial entre las casas, sino al de una sola. De la chimenea de esta casa, que era la última de la calle o la primera si es que vienes desde el bosque, emergía constantemente humo ahora apenas perceptible contra el tupido cielo.

- Hola esperanza.

La vieja levanta la mirada. Siempre tiene la puerta abierta, pero eso no constituye de ninguna manera una invitación. Este aparente descuido es la evidencia más clara de su cercanía con la soledad absoluta. Nadie vive en este pueblo durante el invierno. Nadie salvo ella y un par de pescadores que a esta hora están durmiendo para tener energías durante la pesca de la noche, y que jamás suben a este lado del villorrio.